Hace un año, todas las diócesis de España acogían a cientos de
peregrinos llegados de otros países para participar en la Jornada Mundial de la
Juventud a celebrarse en Madrid. En nuestro caso, la provincia eclesiástica de
Barcelona (diócesis de Sant Feliu de Llobregat, Terrassa y Barcelona),
acogíamos unos cinco mil peregrinos.
Entre los momentos más emotivos
de las DED (Días en las Diócesis) podemos destacar la Eucaristía organizada por
el Secretariado Interdiocesano de Juventud de Catalunya (SIJ) en el recinto del
Fórum de las Culturas de Barcelona donde se reunieron cerca de cuarenta mil
jóvenes de todo el mundo. Sin duda, esos días previos fueron el mejor preámbulo
para la JMJ Madrid 2011.
Fue mi primera JMJ en la que participé,
y volvería a repetir muchas más; pero he de reconocer que ésta fue muy
especial, había algo que lo hacía diferente, algo que destacaba y que desde
hacía meses daba mucho de que hablar. El Vía Crucis organizado para la ocasión
iba a ser distinto y muy arraigado a nuestras tradiciones, a nuestra Semana
Santa. El Santo Padre iba a ser testigo del legado cofrade que hay en nuestro
país y de que manera vivimos la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor
Jesucristo.
Cada rincón de la capital
madrileña era un auténtico acto Fe, una verdadera catequesis. Sobre ésto,
recuerdo estar esperando más de una hora para que abrieran la Real Colegiata de
San Isidro para poder entrar al Besamanos Extraordinario de María Santísima de
la Esperanza Macarena y ver los pasos que allí aguardaban su inminente traslado
para el Vía Crucis. Mientras esperábamos, la gente iba y venía, miles de
banderas ondeaban delante de nosotros y el grupo que esperaba se iba haciendo
cada vez más grande; entre los que estábamos allí, un chico sordomudo empezó a
gesticular pero poca gente lograba entenderlo hasta que cogió con sus manos una
Cruz que llevaba colgada del cuello, la besó y miró al Cielo. Con sólo ese
gesto, todos entendimos el motivo por el cuál nos encontrábamos allí, sin distinción
alguna y con el corazón lleno del mismo amor, el amor hacía Dios.
A pesar de las muchas anécdotas e
infinitos detalles de mi experiencia en Madrid, el momento más intenso y
emotivo de la JMJ fue la Adoración al Santísimo en la Vigilia de Cuatro Vientos.
No podía creer lo que estaba viendo, lo que estaba sintiendo. Recuerdo la
lluvia, el frío y la inquietud que me embriagaba en aquel instante. Un silencio
sobrecogedor se apoderaba del ambiente, no se escuchaba nada y todos los
jóvenes allí congregados de rodillas ante Él. Cerré los ojos y noté su
presencia, estaba a mi lado. Nunca lo había sentido de esa manera y las
lágrimas fueron testigo de ello.
Durante esa semana pregonamos nuestra Fe, cada uno a su manera pero
todos llevando la palabra de Dios hasta el último rincón del mundo. Los
cofrades debemos de hacer igual, pregonamos nuestra Fe en la calle, llevando el
Evangelio vivo al pueblo; y el resto del año, lo debemos de llevar en nuestro
corazón y ayudando en todas aquellas tareas que sean necesarias para la
Hermandad y para la Parroquia.
Para acabar, me gustaría
compartir unas palabras del Santo Padre pronunciadas antes de la Adoración al
Santísimo. Leedlas con el corazón dispuesto, palabras llenas de cariño hacía
sus jóvenes, hacía nosotros…
“Pero, ¿cómo puede un joven ser fiel a la fe
cristiana y seguir aspirando a grandes ideales en la sociedad actual? En el
evangelio que hemos escuchado, Jesús nos da una respuesta a esta importante
cuestión: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi
amor» (Jn 15, 9). Sí, queridos amigos, Dios nos ama. Ésta es la gran verdad de
nuestra vida y que da sentido a todo lo demás.
No somos fruto de la casualidad o la
irracionalidad, sino que en el origen de nuestra existencia hay un proyecto de
amor de Dios. Permanecer en su amor significa entonces vivir arraigados en la
fe, porque la fe no es la simple aceptación de unas verdades abstractas, sino
una relación íntima con Cristo que nos lleva a abrir nuestro corazón a este
misterio de amor y a vivir como personas que se saben amadas por Dios. Si
permanecéis en el amor de Cristo, arraigados en la fe, encontraréis, aun en
medio de contrariedades y sufrimientos, la raíz del gozo y la alegría. La fe no
se opone a vuestros ideales más altos, al contrario, los exalta y perfecciona.
Queridos jóvenes, no os conforméis con menos que la Verdad y el Amor, no os
conforméis con menos que Cristo.”
Por último, palabras del Santo
Padre pronunciadas en la Homilía de Cuatro Vientos. Nos anima a descubrir a
Cristo, a acercarnos al Padre y a hacer vida en comunidad. Comuniquemos la
alegría de nuestra Fe…
“Queridos jóvenes, también hoy Cristo se
dirige a vosotros con la misma pregunta que hizo a los apóstoles: «Y vosotros,
¿quién decís que soy yo?». Respondedle con generosidad y valentía, como
corresponde a un corazón joven como el vuestro. Decidle: Jesús, yo sé que Tú
eres el Hijo de Dios que has dado tu vida por mí. Quiero seguirte con fidelidad
y dejarme guiar por tu palabra. Tú me conoces y me amas. Yo me fío de ti y pongo
mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la
alegría que nunca me abandone.
(…)
Tener fe es apoyarse en la fe de tus
hermanos, y que tu fe sirva igualmente de apoyo para la de otros. Os pido,
queridos amigos, que améis a la Iglesia, que os ha engendrado en la fe, que os
ha ayudado a conocer mejor a Cristo, que os ha hecho descubrir la belleza de su
amor. Para el crecimiento de vuestra amistad con Cristo es fundamental
reconocer la importancia de vuestra gozosa inserción en las parroquias,
comunidades y movimientos, así como la participación en la Eucaristía de cada
domingo, la recepción frecuente del sacramento del perdón, y el cultivo de la
oración y meditación de la Palabra de Dios. De esta amistad con Jesús nacerá
también el impulso que lleva a dar testimonio de la fe en los más diversos
ambientes, incluso allí donde hay rechazo o indiferencia. No se puede encontrar
a Cristo y no darlo a conocer a los demás. Por tanto, no os guardéis a Cristo
para vosotros mismos. Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe. El mundo
necesita el testimonio de vuestra fe, necesita ciertamente a Dios.”
Espero que el recordar estas
palabras sea la fuerza para que todos nosotros, los jóvenes, afiancemos nuestra
Fe y participemos la actividad diaria de la Hermandad. No tengáis miedo a nuevos
retos, a defender vuestra Fe y a vivir una vida en Hermandad afianzada por el
amor de Dios.
Camino de la próxima Jornada
Mundial de la Juventud… Río 2013!
Elisabeth
Mendoza
Vocal de
Juventud del Consejo General de Hermandades y Cofradías de la Archidiócesis de
Barcelona
juventud@barnacofrade.com
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