20 de diciembre de 2011

LA GRAN AVENTURA DE LA FE: JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD

La preparación

Durante estos meses previos a la JMJ se han organizado en las diferentes diócesis catalanas escuelas de plegaria o jornadas formativas para trabajar las catequesis preparatorias para afrontar con mayor entusiasmo el encuentro de los jóvenes con el Santo Padre en Madrid.

Además de las catequesis, se han celebrado varias Eucaristías dedicadas a la participación juvenil para encauzar a los más jóvenes, aun más si cabe, en la Fe que nos une. La visita del Santo Padre en noviembre a la ciudad condal ha sido otro de los motivos e incentivos para motivar a los jóvenes a participar en las Jornadas Mundiales de la Juventud 2011.

Los días previos

Antes de partir a Madrid, todas las diócesis del país han acogido a miles de peregrinos provinentes de otros países camino de la JMJ. Las diócesis catalanas han acogido del 11 al 14 de agosto, un total aproximado de unos 40.000 peregrinos que se dieron cita el pasado sábado 13 de agosto en el Fórum de las Culturas de Barcelona para celebrar una Eucaristía multitudinaria presidida por el Cardenal Arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach. Durante estos días, los jóvenes de las delegaciones de juventud de cada diócesis han trabajo para acoger a éstos miles de peregrinos en colegios, parroquias o en casas de familias acogedoras.

El viaje

El miércoles 16 de agosto empezaba la JMJ para los 1.300 jóvenes catalanes. A partir de las cinco de la mañana empezaban a arrancar los autobuses desde las diferentes diócesis catalanas, en el caso concreto de la diócesis de Terrassa se ponía rumbo a Madrid a las siete de la mañana; lo que suponía levantarse como mínimo casi dos horas antes para revisar que no faltara nada en la mochila, llegar a la estación de autobuses y ser puntuales. Aunque el madrugón era recompensado con la ilusión y las ganas de vivir una experiencia única.



Durante el transcurso del viaje, no faltaron las risas, los buenos momentos y, sobretodo, la oración: Laudes y el rezo del Santo Rosario. Después de más de seis horas de camino, la impaciencia por llegar a San Lorenzo de El Escorial, lugar donde nos alojábamos, se acrecentaba y los nervios empezaban a notarse en el autobús. Sobre las seis de la tarde llegábamos a nuestro destino; y, así, lo hacía el resto de la expedición catalana.




La acogida en San Lorenzo del Escorial

Después de bajar del autobús y coger nuestras maletas o mochilas, tocaba instalarse y organizar el lugar donde íbamos a convivir durante unos días. Concretamente, estábamos alojados en el Colegio Alfonso XII, donde las aulas del mismo hacían de dormitorio para los peregrinos catalanes. Una vez instalados, a las ocho de la tarde se celebraba la Eucaristía de Bienvenida presidida por Monseñor Francesc Pardo, actual Obispo de Gerona, y delegado del Secretariado Interdiocesano de Juventud (SIJ); concelebraron sacerdotes de las parroquias de catalanas. Durante la homilía de Monseñor Pardo alentó a los jóvenes catalanes para que, una vez concluida la JMJ, viviéramos la Fe igual que lo íbamos a hacer esos días en Madrid. Nos dejaba caer la pregunta: “Y después de la JMJ… ¿Qué?” Tocaba reflexionar sobre aquello.

 

Finalizada la Eucaristía, cenamos todos juntos en la plaza donde nos encontrábamos. Sobre las nueve y cuarto de la noche, el Teniente Alcalde de San Lorenzo de El Escorial y demás autoridades del municipio nos dieron, también, la bienvenida en un acto donde no faltaron las palabras de apoyo y la música. Pasados algunos minutos de las diez de la noche, nos dirigimos a ver el partido de vuelta de la final de la Supercopa con el resultado favorable para el Barça.


Al llegar de nuevo al Colegio Alfonso XII, ya un poco tarde y cansados de un día con tantas emociones, nos esperaba una grata sorpresa: ¡La mochila del peregrino! Esa que habíamos visto tanto en televisión y por fin iba a ser nuestra, parecíamos niños. Luego tocaba hacer cola en las duchas e irse a dormir para recuperar fuerzas para el día siguiente.

Jueves, 17 de agosto en Madrid



Sonaba el despertador (por llamarlo de alguna forma) a las seis menos cuatro de la mañana. Mossèn Carles Muñiz, delegado de juventud de la diócesis de Sant Feliu de Llobregat, era el encargado de despertarnos a través de los altavoces que se distribuían en cada una de las aulas, en las zonas comunes y en los pasillos del colegio. Cierto es que era un despertar muy desenfadado y divertido. No sólo nos despertaba una vez, sino que se repetía hasta tres veces; eso sí, con música incluida como en los supermercados. Quizá éste momento sea una de las anécdotas más graciosas de la estancia en Madrid.
Ya en el autobús y habiendo rezado Laudes, nuestro responsable nos comunica que esa mañana teníamos catequesis con el obispo de Terrassa, Monseñor José Ángel Saiz Meneses en la Real Basílica de San Francisco el Grande, destacar que todos los jóvenes catalanes teníamos catequesis con nuestros respectivos obispos. La celebración de la Eucaristía ponía punto y final a la mañana del jueves en Madrid.



Después de comer, nos dividimos en varios grupos para recorrer y conocer la capital madrileña. Era el momento perfecto para hacer una mini-ruta cofrade, así que decidimos ir a ver la Real Colegiata de San Isidro donde se encontraban los pasos procesionales procedentes de Úbeda, Jerez de la Frontera, Granada y la Hermandad del Gran Poder y la Macarena de Madrid. Una vez dentro y en la penumbra fresca de la iglesia, porque fuera hacía mucho calor, se notaba algo especial en el ambiente: el aroma del incienso o el olor a cera quemada o pequeños tallos de flores en el suelo recordaban que alguna cosa pasaba allí. Sin duda, se estaban dando los últimos retoques para la Semana Santa de Agosto, para la Madruga’ más especial que podamos recordar de aquí en adelante. Os aseguro que lo que allí se sentía era mágico y era cierto. Pero tocaba marcharse de San Isidro y era Ella, María Santísima de la Esperanza Macarena de Madrid en un besamanos extraordinario celebrado para la ocasión, quien te daba su bendición y te regalaba la mejor de las despedidas.


Sobre las seis de la tarde llegábamos a la calle Alcalá buscando algún hueco cerca de la plaza de Cibeles para el acto de bienvenida al Santo Padre, a pesar de la multitud de jóvenes logramos hacernos un sitio muy cerca del escenario y podíamos ver todo lo que acontecía allí arriba sin mucha dificultad. Hasta que el Papa Benedicto no salió de Nunciatura tuvimos tiempo de compartir momentos e historias con jóvenes procedentes de diferentes países, todos unidos por la Fe. A los sones de “¡Ésta es la Juventud del Papa!” el Santo Padre hacía su entrada en la céntrica plaza de Cibeles, sobre las siete y media de la tarde, para dirigirse a los dos millones de peregrinos que habían llegado de todo el mundo para participar en las Jornadas Mundiales de la Juventud. Benedicto XVI tuvo palabras para todos, y nos invitó a fortalecer más nuestra Fe. El himno de esta JMJ “Firmes en la Fe” despedía al Santo Padre mientras banderas de todos los países ondeaban en la famosa “Cruz” que se había formado en el centro de Madrid por todos los peregrinos allí presentes.
 
 
Llegaba el momento de marcharse e intentar coger el metro para volver al “Intercambiador de la Moncloa”, cenar y subir al autobús de regreso a San Lorenzo de El Escorial.

Viernes, 18 de agosto en Madrid

Volvía a sonar nuestro particular despertador sobre la misma hora del día anterior ya que a las ocho de la mañana salían los autobuses dirección Madrid. Personalmente, fue uno de los días más esperados durante meses, una jornada histórica iba a dar comienzo en pocas horas en el Paseo de Recoletos.
 Aquella mañana la pude compartir con amigos y conocidos del pueblo de mi abuelo materno, Alcalá de Guadaíra, y procedentes de otras ciudades. Era curioso, y bonito a la vez, ver a diferentes grupos de jóvenes, fueran o no cofrades, disfrutando de nuestra forma de vivir la Semana Santa.


Una vez llegamos a Madrid, cogimos el metro y nos dividimos en diferentes grupos. Lo tenía claro, dirección parada de metro SOL. Cuando salí del metro, os puedo asegurar, que el aroma a incienso y la cera de algunos cirios de los traslados de la noche anterior ya estaban presentes en la capital madrileña; empezaba a reconocer objetos conocidos: trajes de chaqueta de color negro, alguna que otra mantilla, medallas de Hermandad prendidas del cuello, costales y fajas liadas, alguna vara que se había olvidado en el templo, etc. Todavía reaccionaba y podía mediar alguna palabra; pero al llegar a Cibeles y ver el palio de María Santísima de Regla Coronada ya no supe que decir; tan sólo el silencio de la oración fue lo que embriagó ese momento tan mágico y tan especial. A partir de aquí, empezaba nuestro particular Vía Crucis: rezando en cada estación, observando la imagen, disfrutando del ambiente y, sobretodo, compartiendo una misma Fe a través de una gran expresión que es nuestra Semana Santa.




Después de comer, volvimos a Cibeles para intentar conseguir un sitio donde pudiéramos ver al Santo Padre presidiendo el acto. Como siempre y de manera puntual, hacía su entrada Benedicto XVI en la plaza de Cibeles; donde, pocos minutos más tarde, se hacía el silencio para iniciar el rezo del Vía Crucis. Momentos muy emotivos cuando la “Cruz de los Jóvenes” iba pasando por delante de cada uno de los pasos, las lecturas de las estaciones y, no podemos olvidar, la música donde a todos nos sorprendió la saeta que se cantó. Todo un conjunto bien organizado que dio lugar a que las lágrimas fueran las protagonistas de la última oración dedicadas a María. En resumen, un Vía Crucis histórico, insólito, curioso pero profundo y emotivo dentro de un ambiente cofrade que hará que lo recordemos siempre.
 
Pasadas las once de la noche daba comienzo la procesión de aquella Madruga’ histórica; muchos curiosos y cofrades de toda España se dieron cita en Madrid para tomar alguna instantánea que perpetuará lo que se pudo vivir durante aquellas horas de regreso a los templos y sedes de acogida.


Sábado, 19 de agosto en San Lorenzo del Escorial

Amanecía el día claro y soleado sin apenas nubes, eso era lo que veíamos por la ventana ya que pudimos dormir alguna horita más porque ese día no bajamos a Madrid. A las ocho y media de la mañana rezábamos Laudes delante de la Basílica de San Lorenzo del Escorial, a las nueve desayunábamos y a las diez teníamos la Celebración del Perdón, donde muchos jóvenes catalanes nos confesamos antes de la Eucaristía en la Basílica del Monasterio. Otro momento a destacar de esta gran aventura, es el momento de las confesiones de los jóvenes catalanes, pues no eran simples confesiones sino que era una conversación entre dos amigos que se cuentan sus cosas, sus problemas, sus inquietudes y sus pecados; un momento de proximidad entre la iglesia y sus jóvenes.

 La Eucaristía en la Basílica de San Lorenzo de El Escorial fue presidida por Mossèn David Compte, Vicario General del Obispado de Vic; donde su homilía fue muy amena y divertida, reconfortando a todos los jóvenes estábamos allí presentes y animándonos a seguir viviendo esta experiencia a pesar del cansancio que teníamos, pues todavía necesitábamos fuerzas para aguantar la noche en Cuatro Vientos y el camino de vuelta a casa. Después de la Eucaristía, era hora de comer y de recoger nuestras cosas para salir hacía Cuatro Vientos sobre las cinco de la tarde.


Cuatro Vientos
 
Pasadas las seis y media de la tarde llegamos al destino marcado. Nos esperaba un camino de arena (me acordé de los peregrinos que hacen el camino del Rocío) pero debido a la gran cantidad de gente que iba llegando cada vez se levantaba más polvo y era imposible ver con claridad; en este momento las banderas que ondeaban eran imprescindibles para saber por donde había que moverse.

Una vez instalados en la zona que nuestro responsable nos indicó, fuimos a inspeccionar el terreno e intentar conocer gente hasta la hora de la llegada del Santo Padre y el comienzo la Vigilia de Oración; otro de los actos más bellos de la JMJ. Cuando la Custodia, procedente de la Catedral de Teruel, apareció en el escenario el silencio era aun mayor y no se escuchaba nada, tan sólo la lluvia y el crujir del viento que rompía aquella sensación de intimidad y recogimiento ante el Santísimo.
 
 
La despedida
 
Último día de la Jornada Mundial de Juventud. Después de una noche inusual y pasando frío, sobre las siete y media de la mañana nos despertaban para prepararnos para la celebración eucaristía y rezar Laudes, para seguir con una animación musical. A las diez de la mañana, se iniciaba la Eucaristía presidida por el Santo Padre y concelebrada por miles de obispos y sacerdotes de todo el mundo, finalizaba el acto con el traspaso de la “Cruz de los Jóvenes” a la ciudad de Río de Janeiro (Brasil) donde se celebrarán las próximas Jornadas Mundiales de la Juventud en el año 2013.


Sobre las doce del mediodía, arrancaba el autobús dirección Terrassa. Atrás dejábamos miles de experiencias positivas, de vivencias imborrables, de momentos para el recuerdo y de nuevas amistades que surgieron durante esos días en Madrid. Llegamos cansados, muy cansados pero lo que si os puedo asegurar es que llegamos renovados de espíritu y fortalecidos en lo que creemos. En definitiva, llegamos arraigados y edificados en Cristo; pero, sobretodo: FIRMES EN LA FE.


Elisabeth Mendoza López
Vocal de Juventud del Consejo General de Hermandades y Cofradías de la Archidiócesis de Barcelona

Madrid, del 17 al 21 de agosto de 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario