15 de agosto de 2012

UN AÑO DESPUÉS… JMJ MADRID 2011

Hace un año, todas las diócesis de España acogían a cientos de peregrinos llegados de otros países para participar en la Jornada Mundial de la Juventud a celebrarse en Madrid. En nuestro caso, la provincia eclesiástica de Barcelona (diócesis de Sant Feliu de Llobregat, Terrassa y Barcelona), acogíamos unos cinco mil peregrinos.



Entre los momentos más emotivos de las DED (Días en las Diócesis) podemos destacar la Eucaristía organizada por el Secretariado Interdiocesano de Juventud de Catalunya (SIJ) en el recinto del Fórum de las Culturas de Barcelona donde se reunieron cerca de cuarenta mil jóvenes de todo el mundo. Sin duda, esos días previos fueron el mejor preámbulo para la JMJ Madrid 2011.


Fue mi primera JMJ en la que participé, y volvería a repetir muchas más; pero he de reconocer que ésta fue muy especial, había algo que lo hacía diferente, algo que destacaba y que desde hacía meses daba mucho de que hablar. El Vía Crucis organizado para la ocasión iba a ser distinto y muy arraigado a nuestras tradiciones, a nuestra Semana Santa. El Santo Padre iba a ser testigo del legado cofrade que hay en nuestro país y de que manera vivimos la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

Cada rincón de la capital madrileña era un auténtico acto Fe, una verdadera catequesis. Sobre ésto, recuerdo estar esperando más de una hora para que abrieran la Real Colegiata de San Isidro para poder entrar al Besamanos Extraordinario de María Santísima de la Esperanza Macarena y ver los pasos que allí aguardaban su inminente traslado para el Vía Crucis. Mientras esperábamos, la gente iba y venía, miles de banderas ondeaban delante de nosotros y el grupo que esperaba se iba haciendo cada vez más grande; entre los que estábamos allí, un chico sordomudo empezó a gesticular pero poca gente lograba entenderlo hasta que cogió con sus manos una Cruz que llevaba colgada del cuello, la besó y miró al Cielo. Con sólo ese gesto, todos entendimos el motivo por el cuál nos encontrábamos allí, sin distinción alguna y con el corazón lleno del mismo amor, el amor hacía Dios.


A pesar de las muchas anécdotas e infinitos detalles de mi experiencia en Madrid, el momento más intenso y emotivo de la JMJ fue la Adoración al Santísimo en la Vigilia de Cuatro Vientos. No podía creer lo que estaba viendo, lo que estaba sintiendo. Recuerdo la lluvia, el frío y la inquietud que me embriagaba en aquel instante. Un silencio sobrecogedor se apoderaba del ambiente, no se escuchaba nada y todos los jóvenes allí congregados de rodillas ante Él. Cerré los ojos y noté su presencia, estaba a mi lado. Nunca lo había sentido de esa manera y las lágrimas fueron testigo de ello.


Durante esa semana pregonamos nuestra Fe, cada uno a su manera pero todos llevando la palabra de Dios hasta el último rincón del mundo. Los cofrades debemos de hacer igual, pregonamos nuestra Fe en la calle, llevando el Evangelio vivo al pueblo; y el resto del año, lo debemos de llevar en nuestro corazón y ayudando en todas aquellas tareas que sean necesarias para la Hermandad y para la Parroquia.



Para acabar, me gustaría compartir unas palabras del Santo Padre pronunciadas antes de la Adoración al Santísimo. Leedlas con el corazón dispuesto, palabras llenas de cariño hacía sus jóvenes, hacía nosotros…

Pero, ¿cómo puede un joven ser fiel a la fe cristiana y seguir aspirando a grandes ideales en la sociedad actual? En el evangelio que hemos escuchado, Jesús nos da una respuesta a esta importante cuestión: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor» (Jn 15, 9). Sí, queridos amigos, Dios nos ama. Ésta es la gran verdad de nuestra vida y que da sentido a todo lo demás.

No somos fruto de la casualidad o la irracionalidad, sino que en el origen de nuestra existencia hay un proyecto de amor de Dios. Permanecer en su amor significa entonces vivir arraigados en la fe, porque la fe no es la simple aceptación de unas verdades abstractas, sino una relación íntima con Cristo que nos lleva a abrir nuestro corazón a este misterio de amor y a vivir como personas que se saben amadas por Dios. Si permanecéis en el amor de Cristo, arraigados en la fe, encontraréis, aun en medio de contrariedades y sufrimientos, la raíz del gozo y la alegría. La fe no se opone a vuestros ideales más altos, al contrario, los exalta y perfecciona. Queridos jóvenes, no os conforméis con menos que la Verdad y el Amor, no os conforméis con menos que Cristo.

Por último, palabras del Santo Padre pronunciadas en la Homilía de Cuatro Vientos. Nos anima a descubrir a Cristo, a acercarnos al Padre y a hacer vida en comunidad. Comuniquemos la alegría de nuestra Fe…

“Queridos jóvenes, también hoy Cristo se dirige a vosotros con la misma pregunta que hizo a los apóstoles: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Respondedle con generosidad y valentía, como corresponde a un corazón joven como el vuestro. Decidle: Jesús, yo sé que Tú eres el Hijo de Dios que has dado tu vida por mí. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu palabra. Tú me conoces y me amas. Yo me fío de ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone.

(…)

Tener fe es apoyarse en la fe de tus hermanos, y que tu fe sirva igualmente de apoyo para la de otros. Os pido, queridos amigos, que améis a la Iglesia, que os ha engendrado en la fe, que os ha ayudado a conocer mejor a Cristo, que os ha hecho descubrir la belleza de su amor. Para el crecimiento de vuestra amistad con Cristo es fundamental reconocer la importancia de vuestra gozosa inserción en las parroquias, comunidades y movimientos, así como la participación en la Eucaristía de cada domingo, la recepción frecuente del sacramento del perdón, y el cultivo de la oración y meditación de la Palabra de Dios. De esta amistad con Jesús nacerá también el impulso que lleva a dar testimonio de la fe en los más diversos ambientes, incluso allí donde hay rechazo o indiferencia. No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás. Por tanto, no os guardéis a Cristo para vosotros mismos. Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe. El mundo necesita el testimonio de vuestra fe, necesita ciertamente a Dios.”

Espero que el recordar estas palabras sea la fuerza para que todos nosotros, los jóvenes, afiancemos nuestra Fe y participemos la actividad diaria de la Hermandad. No tengáis miedo a nuevos retos, a defender vuestra Fe y a vivir una vida en Hermandad afianzada por el amor de Dios.

Camino de la próxima Jornada Mundial de la Juventud… Río 2013!

Elisabeth Mendoza
Vocal de Juventud del Consejo General de Hermandades y Cofradías de la Archidiócesis de Barcelona
juventud@barnacofrade.com


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